¿Pero para qué sirve el latín hoy?
¿Cuál es la utilidad de una lengua muerta, que
requiere atención, dedicación y esfuerzo?
El latín nos sirve como trampolín para sumergirnos más
profundamente en nuestra visión del mundo, en nuestra manera de pensar, en
nuestra vida. Aquel que entiende bien el mensaje que el latín trasmite en sus
textos se cuestionará mejor y verá que antes de nuestros valores hubo otros,
muy diferentes, pero perfectamente coherentes, que merecen nuestra admiración y
respeto. Nos permite vislumbrar cuántas cosas cambiaron y cuántas permanecen
sorprendentemente con la misma forma que tenían entonces, muchas veces apenas
con otro nombre.
Una lengua muerta que vive y
respira
De
"lengua muerta" el latín no tiene nada. Veamos, por ejemplo,
expresiones son usadas en Derecho. ¿Quién puede decir que nunca oyó hablar de hábeas
corpus?. Esta lengua calificada como "muerta" está
presente en las tecnologías modernas, como en la fecundación in vitro o
en el fax.
El latín está tan entrañado en nuestra lengua que hasta se
confunde con ella: ídem es latín, así como grosso modo, per cápita o
etcétera.
Con el latín, vemos que las irregularidades y las temibles
excepciones de las gramáticas no son ni irregularidades ni excepciones. Todo
adquiere una lógica más diáfana y previsible. Si sabemos bastante latín
habremos ampliado nuestro horizonte lingüístico y esto nos destacará de los
demás.